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En Ecuador, las protestas por la eliminación del subsidio al diésel continúan. Han pasado 15 días desde que la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) llamó a sus bases a protestar en rechazo a la decisión del gobierno derechista de Daniel Noboa, el cual, según varios expertos, provocará un encarecimiento de la vida, afectando con especial dureza a los más pobres.

Según Diego Carrión, profesor del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Central del Ecuador, con la subida del precio del diésel las familias tendrán que destinar, en promedio, más de 100 dólares al mes para cubrir las necesidades básicas, lo cual traerá más dificultades a las familias pobres (que suman la gran mayoría de la población del Ecuador) a las cuales ya les es imposible adquirir todos los productos esenciales.

La enorme cantidad de días de protesta es solo comparable con los que se dieron en 2022, cuando el entonces presidente Guillermo Lasso (2021-2023) eliminó el subsidio a los combustibles. Las protestas hicieron que se retractara de su decisión. Pero lo cierto es que las actuales protestas no tienen la fuerza de las del 2022.

El natural desgaste de aquellas movilizaciones, sumadas a las del 2019, además del respaldo que tiene Noboa de una importante parte de la población y de las élites económicas y políticas ,ha hecho que su decisión no se vea, por el momento, realmente amenazada.

El proyecto estatal de Noboa

Noboa se enfrenta además a una consulta popular que él mismo convocó para mediados de noviembre, en el que preguntará, entre otras cosas, si se aprueba la presencia de bases militares extranjeras en el Ecuador y si se convoca a una asamblea para escribir una nueva constitución.

De este modo, Noboa pretende cambiar la estructura misma del Estado, alineando jurídicamente el país tras los preceptos geopolíticos de Washington y cambiando la esencia de la constitución actual (de tipo progresista y socialdemócrata) hacia una de tipo neoliberal, que permita la privatización de los servicios públicos, el aumento del poder de las fuerzas del orden y sus capacidades de vigilancia, y la reforma laboral (que llevará a una pérdida de derechos de los trabajadores), entre otras.

Posible movilización de la CONAIE a Quito

Sin embargo, las intenciones de Noboa todavía tienen que enfrentarse a las organizaciones sociales que se oponen a su proyecto neoliberal, así como a un descontento que puede ir creciendo ante las medidas económicas y políticas antipopulares que promueve.

En el país se han dado varias movilizaciones antigobiernistas, especialmente en la provincia de Imbabura, actual epicentro de las protestas y donde han actuado con mayor dureza las fuerzas del orden. En dicha provincia falleció Efraín Fuérez, indígena al que dispararon por la espalda en medio de una manifestación.

El presidente de la CONAIE, Marlon Vargas, anunció que si el gobierno no da marcha atrás en la eliminación del subsidio diésel —además de reducir el IVA del 15 al 12%, entre otras exigencias— podría movilizar sus bases a Quito, la capital del país, en donde se dieron las protestas más fuertes de 2019 y 2022.

Noboa respondió a Vargas en X: “Nadie puede venir a tomarse por la fuerza la capital de todos los ecuatorianos. A los que eligen la violencia, los espera la ley. A los que actúan como delincuentes, se los tratará como delincuentes.”

Ante este anuncio, el alcalde de Quito, Pabel Muñoz, dijo que “Quito no será rehén ni de errores ajenos no de ninguna amenaza”. Muñoz pertenece al partido Revolución Ciudadana del expresidente Rafael Correa (2007-2017), por lo que sus declaraciones han sido vistas por varios analistas como una confirmación de que el correísmo, la segunda fuerza política del país, no se suma ni se sumará a las protestas.

La estrategia de Noboa

Esta gran división, sin duda, ha sido una de las grandes ventajas que tiene el gobierno de Noboa, el cual, por ahora, ha optado por una estrategia que apela al desgaste de las movilizaciones indígenas, una enorme estrategia mediática (la cual ha intentado establecer ante la opinión pública que los manifestantes son “terroristas), y esporádicas apariciones en las zonas de conflicto para entregar bonos económicos y ayudas.

Además, Noboa, en las zonas problemáticas, no ha dudado en ordenar una represión severa. Varios videos muestran la dureza con la que policías y militares han actuado en contra de las poblaciones que se oponen a su gobierno, como en las provincias de Imbabura, Bolívar y Pichincha. Estas actuaciones han sido denunciadas por diversas organizaciones de derechos humanos.

Periodistas denuncian agresiones

Además, se ha denunciado en repetidas ocasiones cómo la policía no ha tenido reparos en reprimir a periodistas que se encuentran en los lugares de las movilizaciones. Así lo denunciaron en su momento los periodistas de BN Periodismo, quienes acusaron a la policía de que les rociaron gas pimienta en el rostro a ellos y a los reporteros de TeleSur.

Además, durante las últimas horas se conoció que el periodista español Lautaro Bernat habría sido deportado de territorio ecuatoriano. Según la Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos (INREDH), Bernat, quien se encontraba cubriendo las protestas en Imbabura, fue deportado por su labor periodística. “Fue interceptado sin que se le informaran las causas de su detención, se le negó comunicación inmediata con su embajada y no se le permitió una defensa jurídica adecuada antes de su deportación. Se trata de un grave atentado contra la libertad de expresión y una muestra del uso autoritario de mecanismos migratorios para silenciar a periodistas y defensores de derechos humanos en el marco del Paro Nacional 2025”, afirmó INREDH en un comunicado.

Por ahora resta observar si el movimiento indígena tendrá la fuerza para continuar las movilizaciones y si tiene la capacidad de ir hasta Quito. Esto implicaría un enorme esfuerzo por parte de la CONAIE y su capacidad para acumular la solidaridad necesaria en la capital para sostener lo que, probablemente, serían protestas con un alto coste de heridos. Noboa, por su parte, continúa apelando a la dispersión de las protestas. Lo cierto es que el paro nacional aún no finaliza y el tablero aún está abierto a nuevas jugadas.

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